lunes, junio 18, 2007

PERFIL DE AGUA

Cuanto más se acerca la música al silencio más difícil resulta su interpretación. A veces la vida de una partitura pende de un hilo de sonido, tan fino como la crin del arco con el que recorres a menudo su liviana geografía, reprimiendo el susto de romperlo que sientes al acecho en la boca de tu estómago. Lo decimos con un idioma que sabe dulce al paladar: “pianíssimo”. Pero no es suficiente - las palabras nunca lo son -, o acaso esperas que el director lo describa con otras menos precisas, las que sin decir nada lo dicen todo, las que le convierten en el mago que deslumbra a la audiencia a costa de una chistera y un conejo.

Insisto, “pianíssimo” no basta, aunque la batuta lo escriba en el aire, o lo pronuncie con dos terrones de azúcar en las eses gemelas. Muchos directores, sin embargo, desconocen que son poetas del sonido, y en esos momentos que invitan a las confidencias, desearía que a mí, a todos, músicos de silla, nos recitaran versos. Pero la gran mayoría prefiere leer en prosa, y aderezada con vocablos extranjeros, la poesía de una sinfonía. En defensa propia te obligas entonces a repetir sin pausa, mientras sigues con los ojos el deslizamiento del arco sobre el metal tensado de la cuerda: perfil de agua, perfil de agua, perfil de agua… hasta que alcanzas la orilla opuesta, miras atrás y descubres el rastro blanco de la resina, la huella del hilo, que luego borrarás con un paño sin poder evitar los remordimientos por destruir la única evidencia visible del paso por tu vida de un invisible muy bello, las cenizas del poema.

Todo sonido en el lindar de la nada nos obliga a sostener la respiración, como si una voz desconocida estuviera revelando en público nuestros pensamientos más íntimos. La dinámica que nos aproxima al principio y final de todas las cosas, al silencio, traza con notas el rostro invisible de la emoción, su perfil de agua.

5 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

La primera vez que entendí el sonido del agua fue escuchando los silencios de Mompou.

Isa Segura B. dijo...

La música, el arte del silencio.
Saludos y gracias por esas gotas de lirismo en el pianíssimo donde baila el agua.

Anónimo dijo...

..., las cenizas del poema.


Gracias por tan lírica metáfora.

Anónimo dijo...

Gregorio, para mí Mompou siempre será el sonido culto de la infancia.
Gracias, por la visita.

Anónimo dijo...

Sin el silencio no es posible la música. Saludos, Isa