domingo, junio 02, 2013

HACER EL INDIO



Hace un suspiro de años que escribí estas palabras:

 Tras su estreno muchos fueron del parecer que aquella primavera nunca llegaría a consagrarse. La de Igor Stravinsky, quiero decir; la estacional ya había alcanzado la cumbre: era el 29 de mayo del 1913 cuando el público, congregado en el Theatre Champs Elysées de París, decidió de pronto consumir la interpretación de la obra con el tenedor de la "E" mayúscula de "escándalo", agresión ortográfica que convirtió Le sacre de printemps en Le masacre du printemps.Y es que algunos contrarios y partidarios de la partitura decidieron resolver sus diferencias al día siguiente en un duelo a muerte. Obviaron que la Parca también resuelve las semejanzas.

El caso es que Picasso, Proust, Cocteau, Gertrude Stein, Ravel y Debussy acudieron al estreno del Stravinsky más "estranyisnki" de entonces, coreografiado por Nijinsky. (Stravinsky-Nijinsky: la ironía de una rima infantil para una música sin rima).

Hace un suspiro de días que el estreno de Le sacre celebró su centenario.

 Y con la coartada hipnotizadora  de los números redondos como telón de fondo,  en el mismo lecho del delicioso delito, el Teatro de los Campos Elíseos de París,  acaban de celebrar el acontecimiento recuperando la coreografía original ideada para una partitura  que sodomizaba las mentes acomodadas en la tradición.

En esta repetición a los cien años en punto descubro, entre las ovaciones protocolarias a una interpretación tan perfecta como inofensiva, que clonar el continente en lugar de recuperar la virtud sodomizadora del  contenido es, como salta a la vista sin metáforas,  hacer el indio.

Hace un suspiro de horas que suspiro al minuto.