domingo, octubre 28, 2007

"LIBERA ME"


Hay obras cuyo éxito se mide través del silencio que separa a la última nota del primer aplauso: cuanto mayor es el silencio, más mayúsculo se escribe el triunfo. El silencio como una cámara de descompresión, o acaso como una ruta que el público utiliza para regresar al presente desde esa dimensión atemporal hacia donde le ha transportado la música.

El caso es que ayer el implorante libera me que epiloga el Réquiem de Verdi, que los Sinfónicos del Vallès interpretamos en el Palau de la Música de Barcelona, se tranfiguró de inmediato en el prólogo de una sinfonía de aplausos coloreados con bravos intermitentes. No hubo descompresión; y es que nadie usó el silencio como camino de regreso al mundo porque nadie se había ido. De hecho, nunca había visto tanta gente feliz y risueña después de escuchar un final tan desesperado, circunstancia sólo justificable por el renombre de las voces solistas que lo habían traducido, una delantera de "Champions": Stefano Palatchi, Aquiles Machado, Verónica Villarroel y Nancy Fabiola Herrera. El público agradeció lo único resaltable de una dirección sin matices, sin alma: la belleza del canto. Triunfamos, en fin, en el fracaso.

Si alguien que se partió ayer las manos en el Palau aplaudiendo esa belleza superficial cree que he enloquecido, sólo tiene que pulsar este enlace para entender lo que esta torpe prosa intenta transmitir. Allí se encontrará con un pálido y demacrado Claudio Abbado dirigiendo en 2001 los últimos estertores del Réquiem de Verdi. Por aquel entonces la supervivencia del director italiano, carcomido por un cáncer de estómago, pendía de un hilo.

De ese fragmento, imprescindible para todos los amantes de la vida, lo más revelador es el silencio que abraza la conclusión de la música, cuando Abbado permanece inmóvil, con los brazos suspendidos en el aire, momentos después de que el coro le haya susurrado al oído un sobrecogedor “libera me, Domine, de morte aeterna”. En ese instante yo descubrí que Verdi no había compuesto un Réquiem para resaltar la belleza de unas voces, ni siquiera para solemnizar la muerte, sino para celebrar la vida. ¡Viva!

16 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

Ah, querido Espía, qué inmenso, el Abbado. Esa mano izquierda no dirige, está esculpiendo lo que suena, arrancando cada nota al silencio.

Gracias a Abbado aprendí a amar a Mahler.

efaura@xtec.cat dijo...

Impresionante video. El elegante Abbado carcomido por la enfermedad, con dolor en el rostro, agotado por el esfuerzo. Simbiosi entre el Requiem, las últimas notas y la biografía del director. Gracias por el enlace, que desconocía.

Isa Segura B. dijo...

La potencia dramática del maestro
Abbado, y esa voz luminosa de Angela Gheroghiu que se funde con el coro en un fervor extásico, ¡un placer para los sentidos!
Saludos y gracias por este pequeño regalo.

Fernando Vasconcelos dijo...

O silêncio também faz parte da música... Há um concerto dirigido por um maestro japonês de que sinceramente não me lembro o nome mas sei que foi tocada uma área de Bach em homenagem a Herbert von Karajan em que o Maestro virado de costas para o público pede para não aplaudirem com as mãos no final da area. E faz-se o silêncio ...

Anónimo dijo...

Gregorio, yo también descubrí a Mahler a través de Abbado, La Sinfonía n. 2, en concreto, con el revelador apodo de "Resurreción".

Saludos

Anónimo dijo...

Gracias a ti por la visita, enric y compartir ese momento indescriptible conmigo.

Saludos

Anónimo dijo...

Isa, en el último minuto de la obra, la voz de de Angela es la voz de Abbado.Gracias a ti por la visita.

Saludos

Anónimo dijo...

fernando, la música es hija del silencio, y a veces, también su madre.
Saludos

manuel allue dijo...

Precioso texto el tuyo, Espía. Soberbio.

arrebatos dijo...

.
..
...

¡Bravo!
Un hormigueo de escalofríos me ha recorrido todo el cuerpo. Debe ser una sensación irrepetible presenciar algo así.

Celia dijo...

y todo eso, dentro de la Filarmonica de Hans Scharoun
uff
sólo reconocerla en el video ya me ha puesto los pelos como escarpias...apoteósico

gracias por la joya...

Anónimo dijo...

Manuel, muchas gracias. Feliz de verle por aquí.

Saludos

Anónimo dijo...

Arrebatos, sin duda que deber ser un momento único. Yo no puedo evitar estremecerme cada vez que escucho ese silencio de Abbado. Gracias por la visita.

Saludos

Anónimo dijo...

Cel·lia, feliz estancia en Japón.

Celia dijo...

...
ejem...
que ya he vuelto...

Anónimo dijo...

Increible espía. Sin duda una versión sublime. La he agregado a mis favoritos de esta maravilla de lamento funerario, junto a la versión de Sharon Sweet y Hanns-Martin Schneidt a la dirección de la Saarbrücken Radio Symphony.

Un abrazo. Genial maestro.