lunes, abril 30, 2007

CARUSO EN LA BOCA

Hay intérpretes que exigen una dedicación exclusiva de la red eléctrica nacional de tu sistema nervioso. Enrico Caruso, por ejemplo.

El oído:

Si no te estorba el rumor del polvo, como la masticación de almendras tostadas, que el paso del tiempo ha acumulado sobre las partituras que él grabó, puedes dejar que la voz del "tenore" te extirpe el ruido urbano de las orejas.

La vista:

Distraer tus ojos con las caricaturas que él dibujó entre "Toscas" y "Pagliaccis". El retrato de Toscanini, pongo por caso.

El gusto, el olfato y el tacto:

Caruso por la boca, es decir:

ESPAGUETIS A LA "CARUSO"


-4 cucharadas de aceite de oliva

- 2 dientes de ajo, pelados y cortados por la mitad.

- 2 cebollas medianas cortadas a dados.

- 200 gr. de hígados de pollo.

- 200 gr. de champiñones

- 1 lata de tomate crudo

- orégano

- albahaca

- 1 hoja de laurel

- 1 cucharada de sal

- 1 cucharada pequeña de pimienta negra

- ½ cucharada de azúcar

- 500 gr. de espaguetis

- 1 copa de queso parmesano fresco.

En una cazuela con dos cucharadas de aceite de oliva, saltear el ajo y la cebolla durante tres minutos. Añadir los champiñones, los hígados de pollo y saltearlos 5 minutos más. Incorporar entonces la salsa de tomate, las especies y media cucharada de azúcar. Dejar que cueza a fuego bajo durante una media hora. Mientras se hace la salsa, cocer la pasta "al dente". Añadir la salsa y espolvorear generosamente con queso parmesano fresco. Buen provecho.

domingo, abril 29, 2007

PATUM

En la boca la onomatopeya de un tambor. Pa-tu, Pa-tum,… El público congregado en el Teatro Municipal de Berga celebraba con este grito la Suite Música de la Patum, ideada por el compositor Sergi Cuenca, que hace unos días interpretamos los sinfónicos del Vallés. El programa con música de esta fiesta popular, declarada en 2005 por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, ha sido el que más kilómetros ha sumado en lo que llevamos de temporada, los "cuarenta principales" valses de Strauss aparte: Sabadell, Barcelona, Girona, Lleida, Berga y Tordera. Estoy satisfecho de que mi sugerencia de trasladar a una sala de conciertos la música enraizada a las tradiciones de los pueblos de Cataluña haya tenido esta acogida, la incorporación de la música popular más telúrica en los atriles de mi orquesta ha resultado un éxito.

Sé que para Berga ha sido un motivo de orgullo que la música de su fiesta retumbara en el Palau de la Música de Barcelona, otro patrimonio de la humanidad, compartiendo espacio con obras de los compositores habituales del repertorio sinfónico. Y a los sinfónicos nos ha permitido seguir cumpliendo nuestro principal objetivo: difundir la buena música por todos los rincones de este país. Son las iniciativas de este tipo las que contribuyen a alcanzar lo que desean todas las orquestas, anudarse a la comunidad a la que pertenecen.


miércoles, abril 25, 2007

EL ÚLTIMO METRO

Si los que acostumbran a transitar por los pasillos del metro de Barcelona se encuentran hoy con un violinista interpretando la (ma)Chacona de Bach, probablemente sea Joshua Bell entreteniendo la espera antes de destripar en directo el concierto para violín de Beethoven en el Palau de la Música Catalana, esta noche a las 21:00 h.

No he comentado hasta la fecha nada sobre el "experimento de Washington" porque lo único que demuestra, para ruina de la ciencia, es que cada vez hay más oligofrénicos dedicados a la investigación.

Para los alérgicos a la frivolidades periodísticas resulta mucho más instructivo leer la ficha policial del violín que toca Bell: el Stradivarius "Gibson", construido en 1713, que perteneció a Bronislaw Huberman, violinista cuyos prodigios de niñez asombraron a Brahms, y fundador de la Orquesta Sinfónica de Palestina, hoy Filarmónica de Israel.

El caso es que a Huberman le sustrajeron el Gibson en el Carnegie Hall un mal día de febrero de 1936, y nunca lo recuperó. El ladrón, Julian Altman, que en el lecho de muerte confesó en 1986 su delito, estuvo interpretando música frívola con el célebre instrumento durante casi 50 años en locales de dudosa reputación, sin que nadie percibiera el brillo de la joya que lucía entre sus manos.

Ahora, al lado de medio siglo de anonimato ¿qué representa pasar desapercibido tres cuartos de hora en un pasillo subterráneo? La respuesta está en las sonrisas dibujadas por las efes del Stradivarius "Gibson", oberturas que comunican la superficie con su subsuelo. Como dos bocas de metro.

CARNA-VALS

Resulta difícil saber si van disfrazados o si se han quitado el disfraz de urbanitas para mostrar la esencia de sus orígenes, decididlo vosotros. El violonchelista es Arnold Schoenberg unos años antes de sustraerle el DNI a la tonalidad con un artilugio dodecafónico; delito estructural extraño a la arquitectura cerebral del violinista más a la izquierda en la imagen, Fritz Kreisler: pertenecía a una generación de intérpretes tan respetuosos con la leyes naturales de la música, que nunca osaron cocinar la carne del "sonido" con otra brasa que no fuera "emocionar".

martes, abril 24, 2007

MEDITACIÓN

Meditando sobre cómo se puede exponer Praxíteles sin Praxíteles, "El escriba sentado" me sorprendió de pié. Sin punto y aparte, a unos centímetros de mi cara, las colinas de pintura en los lienzos de Van Gogh tentaban mi lengua, o quizá fue al revés. Porque me aburre Matisse, me obligué a distraerme imaginando el color del sonido de la Ària de Bach, cantada por Braque. Conclusión nerviosa: a la Mona Lisa el cristal protector le desprotege la sonrisa. No tiene ninguna gracia. Una ópera en la Bastilla sin Mortier y sin la pasión según San Juan, según Robert Wilson, que no vi. "Désolé". Un "déca" en la terraza de Les Deux Magots tras dos menús Philosophes en Le Procope, donde Napoleón perdió el sombrero antes de ganar un imperio. Preparándose para cerrar la persiana del día, el rojo encendido del sol desciende por el horizonte mientras yo asciendo hasta el cielo del Pompidou: me espera Samuel Becket. Cuando desesperé a Godot, la torre de Eiffel parpadeaba. Este año Víctor Hugo tampoco estaba en casa. Tendré que volver. París sin París sólo es una meditación.


lunes, abril 23, 2007

RESURRECCIÓN

El azar ordena con disciplina germánica mi lectura de la prensa de hoy. Primero, la agenda de conciertos me revela las coincidencias místicas entre la Sinfonía "Resurrección", de Mahler, que la OBC desvela este fin de semana en el Auditorio de Barcelona; la música de la "Patum" de Berga, nacida del vientre del Corpus Christi, y que los de la orquesta del Vallés paseamos ahora por Catalunya; y "El holandés errante" de Wagner, según Àlex Rigola, que navega su vida eterna en el escenario del Liceo. Acto seguido, mientras mascullo contra el "Frère Jacques" fúnebre con el que Mahler enluta su sinfónica "Resurrección", mi ánimo pierde el aliento al estrellarse contra la imagen más peligrosa del último Premio Pulitzer . No revivo hasta las postrimerías del suplemento cultural, sanado por el oxígeno de las últimas palabras de Brünnhilde evocadas por Carles Padrissa, de La Fura de los Baus y alma escénica de la tetralogía de Wagner que va a reencarnarse en València : Dejad que, en el dolor y la alegría, sólo exista el amor. Es entonces cuando me doy cuenta de que sólo los vivos resucitamos.

Derek Madsen y Cyndie French.

Imagen: Rennée C. Byer. Premio Pullitzer 2007.