
En el Metropolitan Opera de Nueva York sólo caben 3800 almas, pero el pasado 15 de diciembre un milagro tecnológico multiplicó los panes y los peces: 97000 personas asistieron en directo a la representación de Romeo y Julieta, de Gounod, con Anna Netrebko y Roberto Alagna como primeras espadas, afiladas por la batuta de nuestro incombustible, a Dios gracias, Plácido Domingo. El milagro responde al nombre de HD via satélite, y ha permitido que "operamaníacos" de Estados Unidos, Canadá, Austria, Bélgica, Alemania, Japón, Dinamarca, Suecia, Puerto Rico, Holanda y Reino Unido satisfagan al mismo tiempo su afición en los cines más próximos de su ciudad.
Ahora sólo falta saber qué exhibidora española soltará primero la liebre sumándose a la ópera global del Metropolitan, "Met" para los amigos, una oportunidad única para diversificar la oferta en estos tiempos de brusco descenso en la recaudación de las salas de cine. Incluso me intranquiliza que ninguna haya dado aún el “do de pecho” en este sentido. ¿Acaso en Bélgica hay mayor tradición operística que aquí? Por cierto, en los cines todas las butacas son de platea y con visibilidad.
Quiero creer que más tarde o temprano el éxito de la iniciativa animará a otras excelsas entidades artísticas a obrar más milagros HD via satélite, la Filarmónica de Berlín o la Filarmónica de Nueva York, pongo por casos. ¿Competencia desleal para las orquestas y teatros de ópera locales? A mi entender todo lo contrario: acontecimientos de este calado contribuirán a crear más aficionados a la música y, sobre todo, a educarles en la excelencia artística.(ME T)emo que soy optimista.