Hace un suspiro de años que escribí estas palabras:
Tras su estreno muchos fueron del parecer
que aquella primavera nunca llegaría a consagrarse. La de Igor Stravinsky,
quiero decir; la estacional ya había alcanzado la cumbre: era el 29 de mayo del
1913 cuando el público, congregado en el Theatre Champs Elysées de París,
decidió de pronto consumir la interpretación de la obra con el tenedor de la
"E" mayúscula de "escándalo", agresión ortográfica que
convirtió Le
sacre de printemps en Le masacre du printemps.Y es que algunos contrarios y partidarios
de la partitura decidieron resolver sus diferencias al día siguiente en un
duelo a muerte. Obviaron que la Parca también resuelve las semejanzas.
El caso es
que Picasso, Proust, Cocteau, Gertrude Stein, Ravel y Debussy acudieron al
estreno del Stravinsky más "estranyisnki" de entonces, coreografiado
por Nijinsky. (Stravinsky-Nijinsky: la ironía de una rima infantil para una
música sin rima).
Hace un suspiro de días que el estreno de Le sacre celebró su centenario.
Y con la coartada hipnotizadora de los números redondos como telón de
fondo, en el mismo lecho del delicioso
delito, el Teatro de los Campos Elíseos de París, acaban de celebrar el acontecimiento
recuperando la coreografía original ideada para una partitura que sodomizaba las mentes acomodadas en la
tradición.
En esta repetición a los cien años en punto descubro, entre las ovaciones protocolarias
a una interpretación tan perfecta como inofensiva, que clonar el continente en
lugar de recuperar la virtud sodomizadora del contenido es, como salta a la vista sin
metáforas, hacer el indio.
Hace un suspiro de horas que suspiro al minuto.
1 comentario:
Estoy totalmente de acuerdo.
¡Jao gran jefe de las notas!
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