martes, julio 10, 2007

INVERNAR EN VERANO

En los próximos quince días los sinfónicos del Vallés estaremos al servicio de dos magnas voces que aprovechan el calor estival para conjurar el otoño de sus carreras. Y es que el verano resulta el elixir de la juventud más codiciado por las glorias animadas del canto de ayer y de hoy. Montserrat Caballé, pongo por caso, de quien las enciclopedias certifican que lo ha cantado casi todo, menos la ópera que interpretaremos con ella la semana próxima en la ciudad donde muchos catalanes perdieron la inocencia en el último tango del franquismo, y Carod-Rovira inocentó la perdición en el primer tango del tripartito: Perpiñán.

La obra en liza, enmarcada hoy por nuestros atriles, es “Le Roi d’Ys” del casi francés Edouard Lalo, "casi" contemplado desde la perspectiva de su concierto para violín, travestido en sinfonía española para mayor erotismo del repertorio según confesión de sus notas iniciales: “La lami”. A causa de una timidez congénita no comentaré los riesgos, consustanciales al hecho que la Caballé se aprenda un papel nuevo con 74 calendarios acumulados en las cuerdas vocales, insinuados esta mañana por la batuta de la producción, tan útil artesano como artista inútil, a través de una explícita apelación a nuestra paciencia ante los ensayos que se nos avecinan.

Sinfonía Española, de Lalo

Por lo que respecta a la segunda magna voz, cuyo aspecto relamido recuerda al violín más español de Lalo, mañana les revelaré su identidad. Hoy no hace falta, pues este post ya ha hallado su moraleja: los músicos de orquesta invernamos en verano para que los cantantes otoñales sueñen con primaveras perdidas. Tempus fugit.

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