Nunca leeré a reseña de un concierto excelente. Las palabras son tan minúsculas que por más que se intente disimular su corta estatura calzándolas con adjetivos de altos tacones, jamás alcanzarán ni a esbozar siquiera el perfil de una interpretación. La frustración puede conjurarse repitiendo esa expresión histérica desprovista de su sentido que se grita en el auditorio. Un vocablo convertido en una onomatopeya. El rugido de un animal: bravo.
Y es que la calidad de un concierto es directamente proporcional a la cantidad de frases necesarias para narrarlo. Ya lo dejó dicho un director que escribía poemas en el aire con el filo de su batuta : "en la interpretación de una obra hay muchos noes, pero un sólo sí.
Sé que nunca leeré la reseña de un concierto excelente. Aún así, obstinado, entre tanta locura descrita al detalle, busco cada día en los periódicos una ventana por donde huir de la realidad. Una página en blanco debajo del nombre de los intérpretes, porque el concierto más sublime es el que invitándote al silencio te descubre el verdadero valor de todas las palabras
6 comentarios:
El silencio atrae los sentidos mejor que mil y una palabras sin sentido.
Saludos silentes.
isa, pero sólo de lo perfecto, lo imperfecto, en cambio, necesita muchas palabras para justificarse.
Saludos
La jarra que esculpe el vacío, el silencio que da forma al sonido...estoy con vosotros
Gracias, sarabanda
Es seductor lo que escribes, estoy a punto de estar de acuerdo y me ha encantado la forma como lo expresas, pero creo que, después del ejercicio de percepción y contemplación, se debe poder usar sin miedo las palabras para intentar describirlo. Es una manía como otra cualquiera, propia de animales logocéntricos, lo admito.
Otra cosa es, me parece vas también por ahí, la banalización de lo excelente impuesta por los medios y las limitaciones derivadas de la importancia ínfima que la música clásica tiene en las redacciones.
Ahora, también creo que este tipo de comentarios da una importancia inmerecida a la crítica musical. El mismo día en que es publicado, la página en la que aparece un artículo tuyo puede ser usada para secar el suelo después de fregarlo o acabar hecha una bola dentro de un zapato...
Y, por cierto, a mí me pasa que llego a sentir algo cercano al odio cuando "los otros" gritan bravo y aplauden como posesos después de una interpretación sublime (soy una irresponsable: ni siquiera este adjetivo me da miedo), sin embargo, volviendo al principio, no me importa que ese entusiasmo se exteriorice con palabras escritas, aunque quieran ser ruidosas y no puedan.
Disculpad este comentario tan largo.
Un abrazo.
Teresa, es cierto que la duración física de las palabras es tan ínfima como la de la música, pero no es el caso con la duración emocional. Una crítica o cualquier otro texto puede acabar envolviendo una merluza fresca el mismo día de su publicación en un periódico, pero permanecerá en tu memoria si ha logrado hallar un gancho en tu mente o en tus sentimientos. Me acuerdo ahora de la pregunta que se formulaba un personaje de la película de Fellini, "Prova d'Orchestra" : ¿"A dónde va la música cuando deja de sonar?"
Desde luego, hay que intentar describir todo lo que oímos y vemos, pero creo que nunca el relato podrà describir la experiencia de un concierto excelente. Las palabras son un substituto, actrices de una ficción basada en un hecho real.
Gracias por tus palabras.
Un saludo
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