Como dos pájaros escenificando la llamada de la naturaleza, el ritual de apareamiento de estas extremidades de pianista empieza con un cortejo, el de la mano izquierda a la derecha. El final, sin embargo, será el de un amor platónico. Y es que si tras ser testigo del espectáculo sientes tu alma tocada por la alegría, será porque sus cuerpos nunca llegaron a tocarse. Digámoslo ya, el inmenso Sokolov bordando Le Tic-Toc-Choc de Couperin. Música que para buscarte las cosquillas en el músculo del sentimiento. Déjala que las encuentre. Por favor, sonríe.
2 comentarios:
Y es que Grigory Sokolov como un mago del teclado, sabe encontrar cada rincón -por muy recóndito que sea- de las cosquillas para dejarnos con la sonrisa en la piel.
Gracias por esta sonrisa de domingo.
Saludos
Gracias a ti por tu fidelidad a este blog, Isa
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