Las partituras de alquiler ocultan en su interior breves retazos de vidas anónimas. Además de "esas garrapatitas que vemos en los hilos telegráficos de la música" como Azorín describió las notas, contienen indicaciones escritas a lápiz o a pluma de casi todos los músicos que recuperaron los latidos de su corazón de tinta durante un breve espacio de tiempo.
Algunos garabatos construyen pequeñas obras de arte pop, como el dibujo de una taza de café humeante que descubrí, a modo de metáfora de doce compases de espera, en una vieja partitura alquilada de una zarzuela. Otros, en cambio, te sorprenden disfrazados de onomatopeyas del aburrimiento: una fila india de zetas escritas al principio de un molto adagio cuya nota más corta era la Virgen del solfeo, una blanca inmaculada.
Sin embargo, los que más abundan son los autógrafos de los músicos que una vez insuflaron un efímero aliento de vida a esos cuerpos inertes de papel. Huellas gráficas de su paso, cuales turistas, por los monumentos de la música: ("Pedro López estuvo aquí, 1963" Concierto de Aranjuez ). Por contra, a no todos los textos hallados les cuelga un apellido, en particular a los que se esconden en las partituras alquiladas de música contemporánea, siempre fértiles en comentarios huérfanos. De entre esos anónimos, confieso mi debilidad por una rima descubierta en la última página de una obra de estreno. Una prueba irrefutable de que cierta música de nuestro tiempo invita a la poesía. " Al terminar esta faena / sea grande o sea chica / tírese de la cadena / no se manda/ se suplica /".
Las partituras son paisajes de notas derramadas donde yacen, como hojas muertas, las memorias de sus intérpretes.
6 comentarios:
Imagino que no debe ser nada fácil para un músico, dar el máximo de si mismo en una partitura que no le guste o que le aburra. O directamente en una mala pieza.
Es curioso, nunca me había planteado esa faceta del músico, al que siempre veía como ese afortunado que disfruta en todo momento de su trabajo. Imagino que no siempre será así...
Me has recordado con estos 'cuerpos de papel' -título, todo hay que decirlo, perfecto- un libro de Geoges Perec,'Je me souviens' en cuyas páginas bailan alegremente 400 anotaciones que empiezan por la frase 'Je me souviens' (Me acuerdo de Xavier Cugat, es uno de los ejemplos)con las que se podría reconstruir un poco la historia de una época y de una vida. Un editor tuvo la idea de reflotar este 'Je me souviens' añadiendo unas páginas en blanco para que cada lector añadiera sus 'Me acuerdo' y coleccionando ejemplares con memorias de lectores que fue encontrando en librerías de viejo, Juan Bonilla (uno de mis escritores contemporáneos favoritos), escribió su particular 'Je me souviens' para, con un montoncito de experiencias, componer un 'autorretrato de un tímido que prefiere componer las línes de su rostro tomando prestadas las líneas de los rostros de aquellos a los que alguna vez les debió algo importante' (cito textualmente al autor).
Quizá con todas esas anotaciones en partituras alquiladas podría escribirse la sinfonía de unas vidas al abrigo de la música de un tiempo.
Saludos.
Ah, señor Espía, ¿cómo es que no nos ha prevenido usted contra los pianos carnívoros?
http://www.youtube.com/
watch?v=8EGX6uAnLZA
arrebatos, no, no siempre es así. En cualquier caso, muchas veces corresponde a los directores descubrir las virtudes de las partituras. Convencerte, en fin, que aquella obra que estás ensayando, y que no es de tu gusto, merece una oportunidad.
Saludos
Isa,tu comentario enriquece mis cuerpos de papel. Todas las sinfonías son retratos de una vida imaginada, la nuestra. Las anotaciones, como bien dices, formarían una sinfonía de la vida real.
Saludos
Gregorio, el enlace que adjuntas no está disponible. Lástima, me has intrigado con lo del piano carnívoro. ¿Qué era exactamente?
Saludos
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