Mi codo es un poema en latín: epicondilitis y osteocondritis disecante del capitellum. Definiciones médicas cuya traducción simultánea al lenguaje común de los mortales resuelve como "codo del tenista" y "enfermedad de Panner". El caso es que he caído en combate, víctima de los riesgos que comporta mantener alzada la antorcha de mi libertad personal. Una metáfora exagerada del simple hecho de tocar la viola, lo admito, pero es contemplándolo desde esta heroica perspectiva que me immunizo contra la depresión de no poder sentir cómo las agitadas olas de la Quinta de Beethoven, la partitura que mi codo tenía que articular esta semana, se estrellan contra la madera de mi instrumento. La aventura marina ha sido cancelada por obras de rehabilitación: quince días de tratamiento a base de corrientes, microondas y ultrasonidos. Terapias amables cuya simpatía espero me libren de una cita antipática con la cirugía. Ahora, soy un marinero en tierra.
Pirata de mar y cielo
si no fui ya, lo seré.
Si no robé la aurora de los mares,
si no la robé,
ya la robaré.
Pirata de cielo y mar,
sobre un cazatorpederos,
son seis fuertes marineros,
alternos, de tres en tres.
Si no robé la aurora de los cielos,
si no la robé,
ya la robaré.
Marinero en tierra,
Rafael Alberti
5 comentarios:
Que no sea nada... Saludos cordiales.
Te tendré presente en mis oraciones.
Lo tuve. Es muy doloroso y desquiciante. Y lo tuve durante meses, casi un año. Ni siquiera podía sostener una taza sin dolor, así que la raqueta. Bueno hice lo posible por ignorarlo. Pero la viola no se toca con dos manos. Así que te entiendo más o menos :)
Kasandra, ¡casi un año con epicondilitis! no me asustes..
Bueno tú seguro que te cuídas más que yo me cuíde :)
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