domingo, octubre 08, 2006

SERRAT Y YO

El rectángulo del escenario en el campo de golf de Bonmont, Montroig del Camp, (Tarragona). La humedad. La mayonesa artificial de un bocadillo de atún. El único botón sin abrochar de la camisa negra. Un agujero en el césped lejos de la pelota de golf más próxima. La voz enmohecida del ex "conseller" Siurana en el "pregón" inaugural del concierto. La primera nota gratis, la; la primera nota pagada, el mi bemol de Barcelona i jo. Los aplausos de Versace, Toni Miró y Zara, con gente anónima en su interior. Un grito, "Nano, te queremos"; la respuesta: una sonrisa. La humedad II: la viola suda . Correspondencias, Ara fa vint anys que dic que fa vint anys que tinc vint anys y el tempo de la canción: negra con punto=60. Otro grito: "Guapo"; la respuesta: "Gracias, Antonia". La humedad III: el violista suda. El blanco y azul de una bandera argentina que una mujer gruesa agita después de cada tema. Pausa.

El coraje del último pitillo ante la llama del encendedor. Una botella de agua medio vacía o medio llena, vaya usted a saber. El abrazo entre Serrat y un hombre disfrazado del Travolta de aquel sábado por la noche; es Luis del Olmo.

Pare, que nos han declarado la guerra. La humedad IV: el arco patinando sobre cuerdas de hielo. La Cançó de matinada a las once de la noche. Mediterráneo en calma en el rumor de más aplausos. "Paraules d'amor" en todas las bocas y en los ojos cerrados de una bellísima adolescente . Cantares nota a nota, verso a verso. La última nota de oficio: un re natural.

El estampido impaciente de la última ovación. El estampido paciente de los fuegos artificiales. Una chaqueta "XXL" con un ciudadano francés talla "L", voilà, en su interior. Una pelota de golf lejos del agujero más próximo. El único botón abrochado de la camisa negra. El tomate de rama de un bocadillo de jamón salado. La humedad. Una lectura en el autocar de vuelta: Título de la redacción: "Elementos contingentes del rectángulo observado. Nunca suspendía, si no me salía, sólo me obligaba a repetir el ejercicio. Esto sí, hasta el infinito, si hacía falta. Aquella redacción me costó tres meses. La repetí y repetí, hasta que un buen día me limité a escribir: "El único elemento contingente es el rectángulo".

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